San Agustín dijo:
La Biblia es lo bastante superficial para que un niño no se ahogue, pero lo bastante profunda para que nade un elefante.
La Biblia es la Palabra de Dios escrita para nosotros. No se puede exagerar su valor. Su impacto es ilimitado. Su sabiduría es profunda. Sus preceptos son profundos.
Y cuando leemos la Palabra de Dios, podemos confiar en que Dios nos está hablando, trayendo la transformación de dentro hacia fuera.
Cuando leemos la Palabra de Dios, la pregunta no es: “¿Qué me aportará la Biblia?”. La verdadera pregunta es: “¿Me aportaré a mí mismo la Biblia?”.
La decisión de leer la Palabra de Dios y de estudiar y obedecer sus mandamientos es de suma importancia para el seguidor de Jesús.
Sin embargo, a pesar de que la persona media pasa alrededor de tres horas y media al día en su teléfono, hay mucha gente que diría que no tiene tiempo para leer la Biblia todos los días.
Y si uno saca tiempo para leer, la pregunta es: ¿cómo se lee la Biblia?
Para muchos de nosotros, la Biblia es simplemente una colección de literatura devocional. Tanto si la leemos con el café de la mañana como por la noche después de acostar a los niños, la Palabra de Dios suele considerarse algo destinado a inspirarnos a lo largo de nuestros días siguiendo a Jesús.
Pero, ¿son las Escrituras sólo material devocional? ¿Es sólo una colección de versículos destinados a animarnos e inspirarnos al comenzar un nuevo día?
Quizá la Palabra de Dios sirva para algo más.
Quizá la Palabra de Dios nos proporcione sabiduría antigua para nuestro contexto moderno.
Tal vez la Palabra de Dios nos da un marco para ver el mundo y ver las cosas a través de Sus ojos.
¿Y si leer la Biblia fuera menos información y más transformación?
Porque, según las Escrituras, eso es exactamente lo que debe ser…. El libro que transforma.
El apóstol Pablo, escribiendo a Timoteo, afirma:
Toda la Escritura ha sido inspirada por Dios y es útil para enseñar, reprender, corregir y formar en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra.
La Palabra de Dios sirve para algo más que para inspirar.
La Palabra de Dios se utiliza principalmente para la transformación.
Es Su Palabra la que nos enseña, nos reprende, nos corrige y nos forma.
Cuando leemos la Biblia, leemos palabras que han sido inspiradas por Dios y que transforman la vida.
Dios diseñó Su Palabra para hacer algo más que inspirar. Por Su soberano designio, Su Palabra llega a lo más profundo de lo que somos, y desde ese lugar podemos empezar a transformarnos de dentro a fuera.
La Biblia es transformadora. Habla de lo que somos y nos llama a algo más. Nos revela lo que significa ser humano y cómo es el verdadero florecimiento humano.
Por eso leer la Palabra de Dios es vital en nuestro camino de seguimiento de Jesús. Porque al leer la Palabra de Dios, nos abrimos a ser formados, moldeados y transformados a imagen de Jesús.
Cualidades esenciales para leer la Palabra de Dios
He aquí algunas cualidades esenciales que necesitamos cuando leemos la Palabra de Dios.
Humildad
Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios, nos acercamos no sólo a un libro, sino a un Autor. Y este Autor nos conoce mejor que nosotros mismos. El Autor conoce nuestros defectos y nuestras frustraciones. Conoce íntimamente nuestro quebrantamiento y nuestro dolor. Su Palabra es como un espejo que nos revela quiénes somos realmente, para bien o para mal.
Y por eso, cuando acudimos a Su Palabra, acudimos humildemente sabiendo que sólo Él puede sanarnos y transformarnos y hacer en nosotros lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos.
Expectativa
Cuando acudimos a la Palabra de Dios, debemos acudir con la esperanza de que Él nos va a hablar. Hemos de venir llenos de esperanza de que el Autor de este libro transformador va a transformarnos.
Dios es fiel a Su Palabra.
Por eso, cuando leemos Su Palabra, debemos leerla con la expectativa de que Él va a cumplirla.
Dios puede transformarnos y lo hará a través de Su Palabra. Sólo tenemos que esperar que Él lo haga.
Voluntad
Por si no lo sabías, no lo sabemos todo. Pero en nuestra naturaleza humana caída, a menudo se nos hace creer que sí lo sabemos.
Por eso, a menudo acudimos a la Palabra de Dios con ideas preconcebidas sobre lo que dice. Esperamos que Su Palabra confirme nuestras creencias y afirme nuestras decisiones.
Pero a menudo no es así.
La mayoría de las veces, la Palabra de Dios se opone a nuestros propios caminos y patrones de pensamiento.
Por eso, cuando acudimos a la Palabra de Dios, es imprescindible que vengamos dispuestos a aprender. A crecer. A enfrentarnos a la realidad de que no lo sabemos todo.
Puede que nuestras ideas preconcebidas sobre Dios y este mundo necesiten ser transformadas.
Y para que eso ocurra, tenemos que estar dispuestos. Tenemos que estar abiertos y disponibles para que Dios no sólo nos hable, sino que nos transforme. Tenemos que estar dispuestos a dejar que Dios reordene nuestras prioridades y modifique nuestros deseos. Tenemos que estar dispuestos a dejar que Él nos transforme y nos muestre Su camino.
La pregunta no es: ¿te transformará Dios?
Es: ¿dejarás que Dios te transforme?
Quiero entender más la Biblia
La Biblia es una hermosa colección de libros de la Antigüedad. Pero, aunque es un texto antiguo, su verdad y relevancia permanecen.
Sumergirnos en la Palabra de Dios es una disciplina esencial para todo seguidor de Jesús.
Cuando elegimos leer la Palabra de Dios, acercándonos a ella con humildad, expectación y voluntad de aprender, nos abrimos a ser transformados en el nivel más profundo.
El objetivo de leer la Palabra de Dios no es sólo decir que la conoces. El objetivo de leer la Palabra de Dios es intimar más con el Autor, lo que conduce a una profunda transformación y a un verdadero florecimiento.
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En este curso, el Dr. Michael Heiser examina cómo la autoría humana forma parte de la inspiración bíblica, además de describir cómo los libros de la Biblia llegaron a considerarse sagrados.
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