
En el principio pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permanecerás; todos ellos se desgastarán como un vestido. Como la ropa, los cambiarás y serán desechados. Pero tú sigues siendo el mismo, y tus años no tendrán fin. (Salmo 102:25-27)
El mundo cambia constantemente.
Y el cambio constante nos afecta a todos, nos demos cuenta o no.
Y si no somos cuidadosos e intencionados, podemos vernos arrastrados por la inestabilidad de nuestra cultura. Podemos ser absorbidos por el vórtice del cambio y encontrarnos serpenteando por la vida, sin una verdadera brújula o guía.
En tiempos en los que la verdad puede redefinirse, en función de las preferencias o la agenda. En una época en la que las tendencias van y vienen rápidamente. Ahora, como nunca antes, la visión cristiana del mundo proporciona apoyo y estabilidad.
La cosmovisión cristiana ofrece un fundamento seguro y esperanza para el futuro.
Cuando parece que todo es susceptible de cambiar, la esperanza del cristianismo se encuentra en el Dios que permanece inmutable.
Y es Su carácter de Creador y Sustentador lo que necesitamos profundamente que se forme en nosotros, sobre todo porque vivimos en un mundo en constante cambio.

Las cosas que siguen cambiando
No faltan cosas que cambian constantemente en nuestro mundo. Algunas de las más frecuentes son:
Normas morales
Lo que se consideraba correcto o incorrecto hace una década, o incluso el año pasado, es hoy objeto de debate.
La ética, la sexualidad y la justicia se están redefiniendo a un ritmo vertiginoso, lo que lleva a muchos a preguntarse dónde deben anclar su sentido de la moralidad.
Definiciones de éxito
La narrativa cultural en torno al éxito parece cambiar con cada nueva tendencia social.
¿Se trata de logros profesionales? ¿Estabilidad económica?
O quizá se trate de autorrealización. Lo que significa “triunfar” es tan cambiante como las tendencias que seguimos.
Identidad personal
Vivimos en una época en la que la identidad se considera cada vez más como algo que hay que reinventar, moldeada por las opiniones siempre cambiantes de la cultura sobre el género, la sexualidad y la forma en que nos expresamos.
La pregunta “¿Quién soy?” es más complicada que nunca.
Tecnología y Comunicación
En un mundo impulsado por las últimas aplicaciones, dispositivos y plataformas, la forma en que nos conectamos con los demás se modifica constantemente.
La forma en que nos comunicamos, establecemos relaciones e incluso nos vemos a nosotros mismos está profundamente influida por la incesante evolución de la tecnología.
Normas culturales y expectativas sociales
Lo que hoy es “normal” mañana puede estar pasado de moda.
Todo, desde las estructuras familiares hasta el compromiso político y el lenguaje que utilizamos, evoluciona constantemente, impulsado por unas expectativas sociales cambiantes y unas normas culturales en rápida evolución.

La estabilidad de la visión cristiana del mundo
La cosmovisión cristiana proporciona una base sólida en tiempos de incertidumbre mediante varios principios clave que ofrecen paz y dirección cuando el mundo parece inestable:
Fundamento moral inmutable
En un mundo en el que las líneas morales parecen difuminarse y cambiar a diario, la fe cristiana ofrece algo profundamente arraigado.
Arraigadas en la naturaleza misma de Dios, las Escrituras nos dan una brújula moral que no vacila. Mientras la cultura que nos rodea puede cambiar sus puntos de vista sobre el bien y el mal, nosotros nos aferramos a verdades eternas.
La Palabra de Dios atraviesa el ruido, ofreciendo claridad en una época de confusión.
Esperanza en la Soberanía de Dios
La vida puede parecer caótica, pero la buena noticia es: Dios es soberano.
Él tiene el control.
Como seguidores de Jesús, no vivimos con miedo a lo que nos depara el mañana, porque sabemos quién nos depara el mañana.
Nuestra esperanza no descansa en las circunstancias, sino en la historia global de redención de Dios. Su voluntad siempre está actuando, e incluso en las épocas más oscuras, podemos confiar en que Él está escribiendo un buen final.
Identidad y finalidad en Cristo
En una cultura obsesionada con la identidad -lo que haces, lo que consigues, tu aspecto-, nuestra identidad como seguidores de Jesús es diferente.
Estamos cimentados, no en lo fugaz o externo, sino en la realidad inquebrantable de que somos amados por Dios y llamados a algo más grande. Nuestro propósito no se define por el éxito o el estatus, sino por servirle a Él y vivir como ciudadanos de Su reino.
En un mundo que cambia constantemente, tenemos un ancla.
Comunidad y apoyo a través de la Iglesia
Cuando la vida se vuelve dura, el aislamiento es tentador, pero la Iglesia es la respuesta de Dios a esa soledad.
En la comunidad encontramos la fuerza.
La belleza de la fe cristiana es que no estamos destinados a recorrer este camino solos. Tenemos una familia que se presenta, soporta las cargas, dice la verdad y nos recuerda que pertenecemos a ella.
En un mundo fracturado, la Iglesia es donde encontramos la integridad.
Perspectiva Eterna
La cosmovisión cristiana no niega el sufrimiento: reconoce que la vida es dura, pero también ofrece algo más.
Este mundo no es el final de la historia.
Vivimos pensando en la eternidad, sabiendo que nuestras luchas actuales son temporales y que el plan último de Dios es la restauración. Esto nos da esperanza en el ahora y anticipación por lo que está por venir.
Guía mediante la oración y el Espíritu Santo
No se nos deja resolver la vida por nuestra cuenta.
A través de la oración, tenemos acceso directo a la sabiduría de Dios. Y a través del Espíritu Santo, tenemos un guía constante, un consolador y una fuente de discernimiento. Cuando el camino que tenemos por delante no está claro, podemos confiar en que Él nos guía, aportando paz y claridad en medio de la incertidumbre.
El Dios que no cambia
El profeta Malaquías del Antiguo Testamento escribió:
Yo, el Señor, no cambio. (Malaquías 3:6 NVI)
Nuestro Dios permanece inmutable.
Independientemente de la cultura o el caos.
Independientemente de las redefiniciones o de la rebelión.
Su naturaleza y carácter son firmes y seguros. Su amor sigue siendo fuerte. Su gracia sigue abundando. Su misericordia sigue extendiéndose a mil generaciones.
Y la cosmovisión cristiana está arraigada en estas realidades.
Los seguidores de Jesús pueden contemplar el cambio y la inestabilidad con gracia, paz y esperanza.
Gracia para extender a un mundo roto.
Paz para llevar a un mundo ansioso.
Esperanza que dar a un mundo moribundo.
Jesús dejó claro en Mateo 7 que la persona que construyera su casa sobre la roca de la palabra de Dios y los caminos de Dios resistiría las tormentas que arreciaran. Como seguidores de Jesús, podemos confiar en Su naturaleza inmutable. Podemos estar seguros de que Su palabra es verdadera y Sus caminos son buenos.
No importa lo que cambie, nuestro Dios permanece inmutable.
Lo que Dios es, siempre lo fue.
Y ésa es la base sobre la que construimos nuestra vida.

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