Vivir una vida transformada: ¿Cómo es la santificación?

EL CATECISMO ABREVIADO DE WESTMINSTER DIJO UNA VEZ:

La santificación es la obra de la gracia gratuita de Dios, por la cual somos renovados en todo el hombre a imagen de Dios, y somos capacitados cada vez más para morir al pecado y vivir a la justicia. (CSM 35)

Cuando nos comprometemos a seguir a Jesús, entramos en un proceso que dura toda la vida.

Y este proceso, al que las Escrituras se refieren como santificación, está diseñado para que nos parezcamos más a Jesús. Para ser transformados diariamente a Su imagen. Ser formados continuamente para vivir y parecernos a Jesús.

La santificación es un proceso poderoso.

Y es un proceso que no podemos separar de nuestra salvación.

Tanto la salvación como la santificación son partes integrantes de nuestra vida como seguidores de Jesús.

Decir “sí” a seguir a Jesús es simultáneamente decir “sí” al proceso de parecerse más a Él. Y el proceso de parecerse más a Jesús requerirá una “muerte”.

La invitación de Jesús a Sus discípulos fue:

El que quiera ser discípulo mío, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Seguir a Jesús es, en el fondo, morir.

Morir a ti mismo. Morir a tus costumbres. Morir a tus preferencias y opiniones y a lo que eras, para llegar a ser como Jesús.

Esta muerte de nosotros mismos es lo que conduce a nuestra transformación.

Y éste es el proceso de santificación al que Jesús nos invita.

Es la muerte de nuestra vieja vida y la resurrección de la vida en el Reino de Dios.

Y es este proceso diario y permanente de santificación el que nos lleva a vivir una vida transformada.

3 VERDADES SOBRE LA SANTIFICACIÓN

ES UN PROCESO

La santificación es un proceso continuo de crecimiento y transformación.

Es un viaje en el que nos conformamos gradual y continuamente a la imagen de Cristo. Es un proceso en el que nos parecemos más a Jesús en el habla, la conducta y la práctica, a lo largo de toda la vida.

El escritor de Hebreos afirmó:

Pues con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que están siendo santificados.

En la santificación, se nos hace santos.

Y ser santificado es un proceso.

ES POTENCIADO POR EL ESPÍRITU

La santificación no se basa únicamente en nuestra propia fuerza de voluntad.

Tenemos un papel que desempeñar en el proceso de santificación. Y es abrirnos diaria y continuamente a la obra del Espíritu en nuestras vidas.

El proceso de santificación es potenciado por el Espíritu.

Es el Espíritu quien obra en nosotros para sanarnos, restaurarnos y transformarnos.

Pablo lo escribió así:

pues es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar para cumplir su buen propósito.

Dios es quien obra en nosotros y a través de nosotros para transformarnos y santificarnos, haciéndonos más semejantes a Él.

RENUEVA TODAS LAS COSAS

La santificación es la transformación de toda nuestra vida.

Ser santificados significa que nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestras almas están siendo renovados y moldeados a semejanza de Jesús.

Dios desea transformar nuestros corazones, nuestras mentes, nuestra forma de hablar y nuestras acciones. No sólo quiere cambiar nuestro destino en el futuro. Quiere transformarnos en el aquí y ahora.

Quiere purificar nuestros corazones y transformar nuestras vidas para que nos convirtamos en Sus embajadores en la tierra.

Éste es el poder de la santificación en nuestras vidas como seguidores de Jesús.

Y la santificación no sólo conduce a nuestra transformación. Conduce a la transformación y renovación del mundo que nos rodea.

Ésta es la promesa de santificación para nosotros y para toda la creación.

Como escribió Juan en Apocalipsis 21

El que estaba sentado en el trono dijo: “¡Hago nuevas todas las cosas!”.

ENTREGA AL PROCESO DE SANTIFICACIÓN

Entonces, ¿cómo nos entregamos al proceso de santificación?

¿Cómo nos comprometemos diariamente con el proceso de ser moldeados y formados a imagen de Jesús?

Un buen punto de partida son las disciplinas espirituales.

Las disciplinas espirituales son prácticas que realizamos con el propósito de abrirnos a la obra del Espíritu en nuestras vidas. Estas prácticas son formas de ponernos ante Jesús para ser moldeados y formados a Su imagen.

He aquí algunas disciplinas espirituales básicas que podemos practicar para abrirnos diariamente al proceso de santificación.

ORACIÓN

La oración, en su esencia, es comunión y comunicación con Dios.

Es la forma en que entablamos conversación con nuestro Padre.

La oración es también una forma clave de abrirnos al proceso de santificación. Porque en la oración, nos sentamos a los pies de Jesús. Escuchamos. Lloramos. Sanamos. Nos enfrentamos a nuestros miedos, y vemos Su rostro.

La oración es una hermosa práctica en el proceso permanente de santificación.

ESCRITURA

Cuando leemos la Palabra de Dios, no lo hacemos sólo para informarnos.

Leemos la Palabra de Dios para transformarnos.

Hebreos 4 nos dice:

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz. Más cortante que cualquier espada de doble filo, penetra hasta dividir el alma y el espíritu, las articulaciones y los tuétanos; juzga los pensamientos y las actitudes del corazón.

Las Escrituras están vivas y activas.

Traspasando nuestros corazones y sanando nuestras almas.

En la Palabra de Dios, vemos lo que se alinea con Su Reino y lo que no.

Es la verdad de la Palabra de Dios la que obra en nosotros para continuar el proceso de santificación.

COMUNIDAD

Sobre la comunidad cristiana, Dietrich Bonhoeffer compartió:

La comunidad cristiana es como la santificación del cristiano. Es un don de Dios que no podemos reclamar.

Cuando nos reunimos con otros seguidores de Jesús, nos abrimos al poder de la santificación.

Nos entregamos al proceso de ser moldeados y formados a imagen de Jesús, junto a otros en el mismo proceso.

A través del Cuerpo de Cristo, Dios nos proporciona la comunidad y las relaciones que necesitamos para impulsarnos hacia la vida para la que Él nos creó.

Descuidar la comunidad es descuidar una parte valiosa de nuestra formación a imagen de Cristo.

Cuando nos comprometemos con la práctica de reunirnos con otros seguidores de Jesús, nos sometemos al profundo trabajo que Dios desea hacer en nosotros y a través de nosotros.

Prácticas como la oración, la lectura de las Escrituras y la reunión con otros seguidores de Jesús son esenciales para el proceso de santificación de nuestras vidas. Estas prácticas son el modo en que nos entregamos al proceso de ser formados a imagen de Jesús, capacitándonos para vivir una vida transformada.

EL PROCESO DE SANTIFICACIÓN A LO LARGO DE LA VIDA

Es importante recordar que la santificación es un proceso.

Y es un proceso que continúa durante toda nuestra vida.

No hay un plazo de 10 años en el que lleguemos como santificados.

El equipo de Cru escribe:

No ocurre de repente. Los cristianos no se vuelven inmediatamente cariñosos, amables, humildes y dueños de sí mismos. Como proceso, la santificación significa hacerse más santo con el tiempo. Como un niño que se hace adulto, los cristianos se santifican con el tiempo.

La santificación es continua. Tiene lugar a diario. Es larga y hermosa y se basa en la verdad de que Dios nos ama y desea hacernos como Jesús.

Como escribió Pablo en 1 Tesalonicenses:

Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación…

La santificación es la voluntad de Dios para nosotros.

Mediante la santificación, somos hechos santos, puros y nuevos.

Formados y modelados a imagen de nuestro Salvador.

Por Su gloria y por el bien del mundo.

ESCRITURA

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